La Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la Universidad Nacional, nos brinda una perspectiva del significado de servicio que representa la semana mayor.
En Semana Santa dentro de las tradiciones cristianas, se celebra el sacrificio de un ser humano. “Es común la interpretación de que este sacrificio era vicario, necesario para salvar a la humanidad. En esta interpretación, era usted y era yo los que debíamos morir por nuestras maldades, más murió un ser perfecto y por eso Dios perdona a todos los que creen en este acto redentor”, comparte Alberto Rojas, director de la Escuela Ecuménica UNA.
De esta forma, así se posiciona una interpretación que enaltece el sacrificio humano para mantener cualquier institución y alcanzar cualquier causa. Cuando se revisa con calma y profundidad los textos bíblicos que dan pie a estas celebraciones piadosas, se puede encontrar otra versión de los acontecimientos que queremos reflejar acá.
Según Rojas, encontramos una persona que es acosada, perseguida, traicionada, torturada y asesinada por mantenerse fiel a sus principios. Y uno de ellos, de lo más peligroso para sus perseguidores, era que él promovía unas relaciones sociales y de fe, en donde no se necesitaba ningún sacrificio de nadie para alcanzar una buena vida, tanto para las personas como para el pueblo. Nadie debía sufrir, ni sacrificarse ni tener culpa.
Nadie tenía que ser víctima de un sistema religioso fundamentado en reglas excluyentes y en una estructura de burocracia religiosa. Más bien, podíamos salvarnos en la libertad de la misericordia y del cuidado mutuo. Es por medio del cuidado libre y solidario de los demás, sobre todo de las personas más necesitadas, que nos encontramos con lo sagrado y trascendente. El camino no son las reglas y los sacrificios, anunciaba y promovía el que fue asesinado.
En la misma perspectiva, no se necesitan víctimas ni sacrificios para reproducir sistemas de producción y distribución de bienes que favorecen a muy pocas personas y sumen a las demás en una pobreza inhumana. Por el contrario, las relaciones económicas pueden fundamentarse en la misericordia y la justicia, que dentro de las tradiciones bíblicas vienen siendo lo mismo. Es el acto libre de perdonar las deudas y restituir la libertad y, sobre todo, producir y distribuir los bienes con equidad para que todas las personas y el pueblo todo, pueda disfrutar del bienestar que eso produce. Así todos los seres humanos pueden ser felices o bienaventurados.
Para el académico, ninguna persona subordinada tiene que sacrificarse para que se mantenga la subordinación y, quien ostente el poder, siga disfrutando de las víctimas y sus servicios. Porque finalmente, las instituciones y todas las personas que ostentan alguna posición privilegiada deben estar al servicio del bienestar de los seres humanos. Además, nadie debía sacrificarse por una institución, por el contrario, las instituciones debían dedicarse a procurar el bienestar de las personas y el pueblo.
La propuesta final era cambiar las relaciones de poder por relaciones de servicio. Esto era inaudito y peligroso para los que ostentaban y se beneficiaban del poder religioso, político y económico. Por eso asesinan a Jesús. La propuesta original sigue manteniendo su potencial liberador; entonces, hay quienes doblaron ese mensaje con el fin de que se celebre la necesidad de sacrificios y víctimas para alcanzar la salvación humana.
“No hay nada más alejado del mensaje original que aparece en los cuatro evangelios del canon de los cristianismos. La propuesta a celebrar es más bien la vida y la muerte de un ser humano que luchó hasta las últimas consecuencias para que las relaciones de servicio sustituyan las relaciones de poder y que la libertad, justicia y misericordia sustituyan los sistemas de reglas y sacrificios”, concluyó Rojas.
Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica