Se destapa narcopolítica por caso de hijos huérfanos de padre vivo

Un padre ha venido denunciando una inseguridad jurídica que golpea no solo al continente, sino a gran parte del mundo: ideologías prepago financiadas con fondos que llegan a organizaciones impulsadas por falsos filántropos con ideologías globalistas. Estos grupos promueven políticas de reducción poblacional y prácticas que atentan contra la familia como pilar de la sociedad.

Este padre ha alzado la voz, como muchos otros, al ser víctima de un sistema judicial y de un marco legal que ha dejado la dignidad del hombre “tres grados bajo perro”. Hoy enfrentamos más un sistema de derecho que un sistema de justicia.

La guerra cultural financiada por estos grupos económicos dirige a organizaciones y agencias de publicidad que promueven ideas que atentan contra las bases morales y espirituales. Señalan a los valores tradicionales como algo negativo, mientras exigen respeto y censuran de las mayorías mediante la espiral del silencio y denuncias falsas.

Hoy, la Administración para el Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA) ronda a los narcopolíticos costarricenses que, por acción u omisión, han permitido la infiltración del narcotráfico y el crimen organizado en la institucionalidad, con una presencia ya perceptible en los tres poderes del Estado.

La supuesta separación del padre de sus hijos y la relación de la madre con presuntos narcotraficantes llevó al padre —escritor, historiador y periodista nacional— a investigar no solo a abogados vinculados con estructuras narco, sino también a denunciar una supuesta red de trata de menores dentro del Patronato Nacional de la Infancia. Según denuncias, menores habrían sido separados de sus padres para ser entregados a familias de gran poder económico, presuntamente mediante el pago de dádivas a funcionarios que formarían parte de esta estructura criminal.

Esta presunta red de trata de menores reveló la existencia de grupos de psicólogas y fiscales que fabricarían denuncias falsas para separar a los padres de sus hijos e incluso enviarlos a prisión bajo acusaciones infundadas de acoso sexual.

El periodista y escritor costarricense, afectado emocionalmente por los años lejos de sus hijos, ha recopilado información que, al parecer, ha sido ignorada por las autoridades judiciales, poniendo en duda la imparcialidad del Poder Judicial. Queda abierta la interrogante sobre si realmente funciona la Inspección Judicial, o si es simplemente parte de un sistema complaciente con las órdenes de Don Dinero.

Las denuncias sí fueron tomadas en serio por la DEA y por medios internacionales que profundizaron en la investigación. Sin embargo, el crimen organizado no imaginó que la DEA llegaría hasta quien sería el representante legal en Costa Rica del dictador Nicolás Maduro: un conductor de bus, señalado de haber nacido en Colombia, y hoy —tras unas elecciones en las que Edmundo González ha sido electo y Maduro se niega a ceder el poder— ligado también al Cartel de los Soles. Esta estructura narco ha financiado y propagado el socialismo en el continente a través del Foro de Sao Paulo, y uno de sus fundadores fue esposo de la actual magistrada presidenta del Tribunal Supremo de Elecciones, la viuda de Jorge “Pato” Cuartino.

Esa es parte de la estructura narcopolítica que ha enfrentado este padre vivo de niños huérfanos, un periodista amenazado de muerte, atacado con montajes de imágenes, y víctima del desprestigio de su imagen profesional y psicológica. Pero, a este punto de la historia, al que llamaron loco le asiste la razón: no eran teorías de conspiración, eran prácticas de corrupción.

Muchos de los nombres mencionados en las denuncias públicas del periodista han llevado a un exmagistrado, exfiscal y exdirector de la DIS a estar hoy cerca de la extradición.

El crimen organizado le quitó a este padre vivo lo más preciado: sus hijos. Lo que no entendieron es que Don Dinero nunca podrá manipular el miedo. Esta es una lucha que muchos abogados comprenderán si conocen la Ley Magnitsky, cuando las instituciones públicas son usadas como herramientas de control social, e incluso para cometer crímenes como quitar hijos, tierras y libertades. Lo que hoy se ha destapado va más allá de la comprensión de muchos costarricenses: se ha revelado un golpe de Estado suave que empuja al país hacia un narcoestado.

Ese padre ha perdido no solo el miedo, también la vergüenza de que se le quiebre la voz ante las cámaras mientras grita al mundo que ama a sus hijos y que va a luchar para recuperarlos, enfrentando a una progenitora que, con el poder de Don Dinero, ha logrado alejarlo mediante abogados supuestamente ligados a estructuras narco.

Camilo Rodríguez, un padre que se ha enfrentado al crimen organizado nacional e internacional para lograr un solo cometido: volver a levantar en sus brazos a sus hijos.

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