¿Por qué proliferan en redes sociales mensajes que engañan, exageran y distorsionan la información?
La respuesta es sencilla y brutal: porque quienes los generan tienen un interés claro en manipular a la opinión pública, polarizar a la sociedad y mantener el poder a toda costa, sin importar la verdad ni la ética. Lo que vemos no es casualidad, es parte de una estrategia diseñada para sembrar caos, confusión y división.
En ese mar de mensajes, abundan las ofensas personales —insultar a alguien llamándolo “payaso” como si fuese un insulto irreparable— con el fin explícito de reducir el debate a una lucha de egos y emociones, y no a la discusión seria y racional de ideas. Se obliga a la gente a elegir entre opciones manchadas por la corrupción, la incompetencia o el oportunismo, presentando un falso dilema donde solo hay malas opciones.
El resultado de estas tácticas es un efecto letal para la democracia: el silencio de quienes tienen criterio, de los que podrían aportar un análisis crítico y fundamentado. ¿Para qué discutir con quien solo grita, insulta y miente? En lugar de informar y persuadir, estos “ruidosos” crean una realidad paralela fabricada con mentiras, que se instalan como verdades simplemente porque se repiten sin descanso. El dicho “miente, miente que algo queda” no es un cliché, es la base de la ingeniería social que domina hoy las plataformas digitales.



Lo más grave es que detrás de esto hay una maquinaria bien financiada. No son solo usuarios comunes, sino campañas pagadas, nacionales y extranjeras, que buscan promover ideologías que en muchos casos están cuestionadas por vínculos oscuros, como rodearse de carteles del narcotráfico o defender intereses ilegítimos. ¿Por qué nunca vemos respuestas coherentes y firmes de los funcionarios públicos ante estas sospechas? Esa falta de reacción dice mucho sobre la responsabilidad y la complicidad en estos juegos sucios.
La pregunta que nadie hace es: ¿quién les dijo que debemos elegir entre dos ideologías políticas manchadas por la corrupción y el oportunismo? Es hora de dejar de aceptar partidos “taxis” que reciclan políticos sin escrúpulos y que solo buscan mantenerse en el poder. Es momento de levantar la voz a favor de propuestas reales, que permitan debates abiertos y transparentes, sin censura ni manipulación, sin ataques por pensar diferente ni inducciones a la intolerancia.
La confianza ha sido la principal herramienta para que los vagos y estafadores mantengan su dominio. Como dice la Biblia: «Maldito aquel que confía en el hombre, que pone su confianza en la fuerza humana, mientras su corazón se aparta de Jehová». Esa advertencia sigue vigente, porque la confianza ciega es el terreno fértil donde crecen la mentira, la corrupción y la manipulación.
La solución está en la información clara, el análisis crítico y la participación activa de una ciudadanía que no se deje llevar por el ruido ni la mentira. No es cuestión de elegir entre lo peor, sino de exigir y construir algo mejor. De lo contrario, seguiremos atrapados en el mismo juego sucio, donde la verdad es la primera víctima y el silencio cómplice, la norma.