Me equivoqué, tenía una falsa esperanza en los empresarios, quienes tenían los medios para revertir el daño.

Tengo que aceptar que me equivoqué, pues desde hace aproximadamente tres años vengo observando lo que pasa en Costa Rica y el mundo, analizando cómo existen fuerzas que pretenden acabar con las fuerzas empresariales nacionales, que tienen la posibilidad no solo de construir fuentes de trabajo, sino de incidir en la realidad política del país.

Toqué puertas de empresarios con el fin de despertar conciencia social en éstos, para tratar de evitar lo que eminentemente se avecinaba: la pérdida de su rol social preponderante en la sociedad.

Tenía una falsa esperanza en los empresarios y comerciantes, pues les creía personas que normalmente tienen visión a futuro para prepararse ante los cambios, con la maleabilidad que requiere estar en la vanguardia de sus negocios, pero la mayoría no entendieron los riesgos y algunos buscaron sacar provecho de la oportunidad, viendo la posibilidad de ganar dinero sin entender que era un método para subsistir comercialmente hablando, a corto y mediano plazo, pero que a largo plazo iba a traer consecuencias nefastas para sus propios negocios.

Mientras nuestra sociedad se vuelve cada vez más incapaz de razonar, mientras se convierte en más dependientes del arriendo, existe mayor posibilidad de estabilidad a largo plazo, evadiendo realizar el control político y a la merced de los cambios económicos que puedan acaecer.

Esa ausencia de responsabilidad social de la mano de grupos de mafia organizada: sea ilícita, política o de grupos de poder económicos, traen la misma consecuencia: la miseria y la violencia para nuestra sociedad. Lo que se aproxima puede significar el cierre no solo de muchos negocios, sino de un sistema dependiente de la Administración pública que ha dejado de lado la técnica y la ciencia en su actuar, para imponer ideologías que ni siquiera pueden sostener en un debate público que evitan a toda costa.

Hoy, gran parte de los costarricenses, no cuentan con recursos económicos, gran parte de los empresarios comienzan a perder sus negocios; muchos se endeudaron poniendo a responder sus propiedades y vehículos, fueron incapaces de leer los tiempos en los que vivimos y ahora se acercan, cada vez más, a ser parte de lo que busca la Agenda 20-30: “no tendrás nada y serás feliz”.

Muchos de esos empresarios que, si bien antes contaban con los recursos para organizarse y defender la soberanía, hoy son simples empleados de una trasnacional, muchos de ellos hoy empleados empobrecidos y absorbidos en ciclos en donde la vida útil es de cinco años laborales.

Nos estamos convirtiendo en el patio trasero de los países del “primer mundo”, es interesante analizar lo que sucede en un país como la India, en donde están los Call Center y Data Center más grandes del mundo, pero con una distribución de riqueza desproporcional. De la misma forma, nos estamos convirtiendo en simple mano de obra barata, totalmente prescindible.

¿Desde cuándo dejamos de luchar por nuestros derechos humanos? ¿Desde cuándo nos vienen quitando derechos y llevándonos a un estado de indefensión aprendida?

La historia de la humanidad, una y otra vez, se repite. La falta de conocimiento es la perdición de los pueblos. “Ningún pueblo se destruye desde afuera, si no se carcome primero desde adentro”. Lamentablemente, nos estamos carcomiendo.

Opinión de Gerardo Ledezma

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