Gamboa y Camilo: dos objetivos marcados en un país infiltrado por el narco
Opinión | Costa Rica dejó hace tiempo de ser un simple país de paso para las drogas. Las recientes revelaciones, detenciones y amenazas no hacen más que confirmar lo que muchos se han negado a admitir públicamente: el crimen organizado ya no está golpeando la puerta del Estado costarricense, está adentro.
Las denuncias públicas del periodista Camilo Rodríguez, quien desde hace meses ha expuesto vínculos entre estructuras narco y funcionarios públicos, cobra ahora un nuevo nivel de gravedad con la captura del exmagistrado Celso Gamboa Sánchez. Según múltiples fuentes, ya habría un precio sobre su cabeza, y se habla también de amenazas directas contra Camilo. Ambos están en la mira. Ambos saben demasiado. Y ambos podrían ser eliminados antes de hablar con la DEA.
Audio Opinión | Lic. Juan Herrera | Legítima Defensa.
En países como México y Colombia ya hemos visto este modus operandi: testigos clave desaparecen o son ejecutados antes de declarar. Periodistas que tocan los intereses del narco terminan silenciados. Jueces son presionados, chantajeados o directamente asesinados si no obedecen. Ahora ese patrón se repite en Costa Rica.
Ya se habla de expedientes judiciales archivados por presiones externas, de información personal extraída desde adentro del Poder Judicial para intimidar a jueces, y de vínculos entre políticos, empresarios y estructuras del crimen organizado que se valen del sistema para lavar dinero y garantizar impunidad.
No estamos hablando de hipótesis. Estamos hablando de un país infiltrado.
La DEA de los Estados Unidos no puede ignorar las señales: Gamboa y Camilo Rodríguez deben ser trasladados a lugares seguros, dentro o fuera del país, bajo protección internacional inmediata. Son piezas clave para entender la profundidad de la podredumbre institucional que hoy enfrenta Costa Rica. Y si caen antes de declarar, no será por accidente. Será ejecución.
El silencio de Celso Gamboa y las denuncias de Camilo Rodríguez no son compatibles con la supervivencia del crimen organizado. Estamos hablando de redes que ya no solo controlan rutas de cocaína, sino que han madurado lo suficiente como para operar dentro de instituciones democráticas, financiar campañas políticas y manipular decisiones judiciales.
Ambos hombres representan un riesgo para esas estructuras. No por lo que ya dijeron, sino por lo que todavía no han dicho.
El Estado costarricense debe actuar. Y si no lo hace, la responsabilidad recae sobre organismos internacionales como la DEA, que no pueden permitir que piezas clave caigan antes de tiempo.
Si algo le ocurre a Gamboa o a Camilo, no será un hecho aislado. Será el síntoma claro de que el narco ya gobierna desde adentro.
No son teorías de conspiración, son prácticas de corrupción.