¿Está el Poder Judicial infiltrado por el crimen organizado y la narco mafia?

Opinión: La memoria es una de las herramientas más importantes del ser humano. Muchas veces no se trata de títulos, sino de recordar eventos de la historia costarricense para poder cuestionar si nuestros tribunales de justicia se han convertido en un simple Estado de derecho donde, si se manipula la ley, esta se transforma en un instrumento de control social, rompiendo así con el sistema democrático.

Dos denuncias que señalan a expresidentes y a la fiscalía de la época, sumadas a lo que hoy sale a la luz sobre la participación de funcionarios públicos del Poder Judicial, deben encender las alertas de todos los costarricenses.

En una entrevista, la expresidenta del BCR afirmó haber denunciado el lavado de dinero en ese banco para financiar campañas políticas. ¿Saben ustedes cómo se llama ese caso? ¿Barrenador, Cochinilla o, simplemente, no hay investigación alguna? Por el contrario, según denunció la misma exdirectora, el Ministerio Público le indicó que no podría protegerla, y señaló que en Casa Presidencial, en ese entonces, también rechazaron su denuncia. Aseguró temer por su vida.

Otra denuncia que llama la atención —y que hemos reiterado en nuestras publicaciones— es la del exministro de Seguridad Fernando Berrocal, quien entregó información sobre funcionarios públicos vinculados con el narcotráfico colombiano. Misma historia: incluso señaló que lo mandaron a matar.

Ante estas denuncias, lo más preocupante es saber que muchos diputados de varios gobiernos, incluido el actual, no han hecho absolutamente nada ante la posibilidad de infiltración del crimen organizado en el Poder Judicial. Esto es alarmante.

Otra denuncia, más cercana a mi persona y de la cual tengo el expediente completo, me hace pensar que puedan existir negocios paralelos de funcionarios públicos que, lejos de seguir la filosofía del derecho natural, utilizan el derecho positivo como herramienta para impulsar ideologías que generan, por sí mismas, injusticias contrarias a la dignidad humana.

El caso trata de un hombre que pasó un año y tres meses en prisión, acusado de secuestro y abuso sexual contra una mujer. Sin embargo, el número de teléfono —o más precisamente, el chip físico de la telefonía— estaba registrado y se mantuvo siempre en un IMEI perteneciente y portado por la supuesta víctima. En el supuesto secuestro, las pruebas no respaldaban lo narrado y, al final, después de un año y tres meses, se le otorgó libertad in dubio pro reo; es decir, el tribunal se justificó en la existencia de dudas y, por lo tanto, evitó resarcir los daños por el tiempo en prisión a la verdadera víctima. Esto, en definitiva, tiene un olor a ideología: por el simple hecho de tener genitales masculinos, no se le reconocieron los mismos derechos de presunción de inocencia hasta que se demostrara lo contrario. ¿Cuántos inocentes estarán en las cárceles de Costa Rica?

Estos son parte de los métodos que ha utilizado el crimen organizado del narco-político venezolano, quienes liberaron criminales que tiempo después llegaron a ocupar cargos en el ejército y en las fuerzas policiales. ¿Está nuestro país sufriendo un golpe de Estado blando, como los impulsados por el socialismo del siglo XXI?

Los encargados de la justicia, cuando cometen injusticia, incurren en el delito de prevaricato. Pero, ¿cómo juzgar si son juez y parte? Esto definitivamente permite que el crimen organizado infiltre sus tentáculos en puestos perpetuos e intocables. ¿Se atrevería un funcionario de investigación judicial a indagar sobre alguien de quien depende su futuro laboral?

Costa Rica debe encontrar nuevas herramientas para proteger el sistema democrático y llevar ante una celda a quienes, desde cargos públicos, cometen delitos de lesa patria y traición a la patria. Se necesita generar un debate público profundo y valiente.

Olvidar es el primer paso para repetir la historia, los criminales siempre se ganan primero la confianza de sus víctimas, y si, también existen los estafadores políticos, futuros dictadores que nunca proponen estrategias para respaldar al sistema democrático, siempre se ofrecen como los salvadores, y terminan siendo incluso disidencia controlada.

0Shares