Esperando eternamente por una operación en la CCSS

Sí, cuando se tiene dolor el tiempo pasa lento, es incómodo, insoportable. Pasan los días, parecen años.

Un joven de veinticinco años de apellido Vado, en este momento, es una de las personas que lleva catorce días con una quebradura en su antebrazo, sin que se haya podido solucionar su problema, o sea, operarlo.

Imagen de portada con fines ilustrativos

Su paso por el hospital de Alajuela empieza cuando es llevado por una ambulancia a dicho hospital, pues tuvo un accidente cuando iba en bicicleta a su trabajo, pelar pollos, y se quebró el antebrazo. Luego de pasar horas de horas incómodo, sentado en una silla, porque no había camas, por fin lo llevaron a una cama en los pisos superiores del hospital. Allí pasó catorce días esperando a que por fin lo subieran al piso en que estaban otras camas en donde esperaban los que iban a ser operados.

Al llegar a ese sitio, descubrió que había gente allí que llevaba esperando por quince días sin ser todavía operados. De modo que, en este momento su futuro es incierto con respecto a esa operación. Sin embargo, sus palabras el día de ayer fueron: “lo mío no es tan complicado, espero sea rápido. Aún no me dicen nada”.

Esta historia se repite muchas veces, todos los días, en la CCSS. Esperar eternamente se ha vuelto parte de la normalidad para muchas personas.

Este joven es un pelador de pollos que necesita de sus manos para trabajar y están en riesgo. ¿Y qué hubiera pasado si esto le sucediera a un pianista? ¿A un verdulero, un pintor de casas, reparador de lavadoras, a un pelador de papas, o a una escritora?

Queda claro que, si no se tiene el dinero para ser intervenido en un centro médico privado, la espera podría resultar en un daño significativo a largo plazo y que afecte la calidad de vida.

En el Hospital de Heredia, por ejemplo, existen personas con citas dadas para años adelante, lo cual resulta frustrante para los pacientes que se ven obligados a pagar esos exámenes en centros médicos privados o a “ir a ventanilla”, como ellos lo llaman, para generar algún tipo de cambio desde el mismo hospital.

Ante este panorama, debemos comenzar por aceptar que las cosas no están bien en ese sentido, que no es normal que debamos esperar tantos meses o años por una cita, para ser operados. Que solo con Recursos de Amparo, o realizando presión administrativa, en ventanillas, quizás se avanzan las citas u operaciones en ese sentido. Que es normal tener que pagar medicina privada para poder acceder a exámenes, para no tener que esperar años. Que es normal hacer filas en la madrugada a la intemperie, como sucede todavía en muchos lugares.

Por las razones que sean, no es normal.

Es que esto da miedo, ¿realmente una debe pasar por tanto sufrimiento en el contexto actual para poder ser atendido?

Para que las cosas mejoren, primero debemos desear que cambien. Reconocer que tenemos un problema grave, multidimensional, y que no se arregla con varita mágica.

Si bien es cierto que Costa Rica no es el único país en el mundo con dificultades para gestionar los sistemas de salud pública, pues sigue siendo un desafío económico, estructural, administrativo, que conlleva además falta de recurso humano, entre otras razones determinantes que sí impactan el transcurrir eficiente y efectivo del funcionamiento hospitalario, lo cierto es que, pese a eso, no debemos aceptarlo como lo normal para Costa Rica.

Debemos buscar mejorar, una cosa a la vez, aunque sea pequeñita, diminuta, para que comencemos a reparar, poco a poco, una situación que es lamentable, un tejido vital del entramado social que está bastante roto, afectando las vidas de las personas.

Por más que nuestro sistema de salud tenga cosas geniales, también las tiene fatales. Si permitimos que las fatales sigan siendo fatales, terminarán devorando a las que sí son geniales.

Ojalá que en algún momento los pacientes, sus familiares, los especialistas, los directivos, los políticos, toda la gente posible, todos nosotros, realmente nos empoderemos y trabajemos por cambiar una cosa pequeñita a la vez.

Milímetro a milímetro, centímetro a centímetro, aunque nos tome décadas, iremos entonces conquistando la excelencia, la calidad y una nueva normalidad que nos beneficie a todos los usuarios de la CCSS.

El tiempo igual va a pasar para todos, hagamos algo o no hagamos nada. Solamente unidos, conscientes, tal vez, en unas décadas tendremos un sistema de salud en donde la normalidad nos dé mucho orgullo. En donde las cosas geniales sean cada vez más geniales y de las fatales queden muy pocas.

Que nadie, absolutamente nadie, en Costa Rica, se quede rezagado.

Mila Argueta, comunicadora.

e-mail: milaarguetacomunica@gmail.com

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