Arabia Saudita asume presidencia del foro de la ONU sobre derechos de las mujeres y equidad de género: ¿Una decisión polémica?

La reciente designación de Arabia Saudita como presidente del 69º período de sesiones de la Comisión de la ONU sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW) ha generado un intenso debate entre defensores de los derechos de las mujeres y críticos de la política saudí.

Según la Misión de Arabia Saudita ante la ONU, el embajador saudí Abdulaziz Alwasil fue elegido presidente de la CSW por unanimidad, una decisión que ha sido cuestionada por organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

Sherine Tadros, directora adjunta de Trabajo de Incidencia de Amnistía Internacional, expresó su preocupación, señalando el historial notorio de Arabia Saudita en lo que respecta a los derechos de las mujeres. Tadros subrayó la importancia de que el presidente de la comisión defienda el mandato de promover la igualdad de género y los derechos de las mujeres, algo que considera difícil de conciliar con el historial saudí en este ámbito.

Por su parte, Human Rights Watch también ha advertido sobre la decisión, resaltando la sistemática discriminación y persecución que enfrentan las mujeres y activistas de derechos de las mujeres en Arabia Saudita.

Sin embargo, Arabia Saudita ha defendido su designación, afirmando su compromiso con los derechos de las mujeres y su nueva visión para el país, como lo expresa el programa «Saudi Vision 2030». Según la agencia estatal de prensa saudí (SPA), el país se muestra ansioso por cooperar con la CSW para mejorar los derechos y el empoderamiento de las mujeres, enfatizando los avances alcanzados y los objetivos establecidos en su visión para el futuro.

Esta controvertida designación refleja la compleja relación entre la reputación internacional de Arabia Saudita en materia de derechos humanos y su aspiración por proyectar una imagen de progreso y apertura. Mientras algunos ven esta decisión como una oportunidad para el diálogo y el cambio, otros la consideran un acto que socava la credibilidad de la CSW en su misión de promover la igualdad de género a nivel mundial.

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