Costa Rica se acerca a otro año récord en homicidios, 414 homicidios
Costa Rica parece encaminarse hacia su tercer año más violento en términos de homicidios dolosos. Según el último reporte del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) con fecha del 19 de junio de 2025, el país ya registra 414 homicidios, superando los 411 contabilizados a la misma fecha en 2024. Esta tendencia mantiene al país en una curva ascendente preocupante, en un contexto donde los crímenes relacionados con armas de fuego y disputas entre organizaciones criminales continúan dominando la estadística.

San José lidera los asesinatos
La provincia de San José encabeza la lista con 137 homicidios, un aumento considerable frente a los 104 del año pasado. Le siguen Limón (85), Puntarenas (56) y Alajuela (47), manteniéndose como focos críticos de violencia.
Armas de fuego: el principal medio
Las armas de fuego siguen siendo el medio más común para cometer homicidios. En lo que va del 2025, se han utilizado en 376 casos, una cifra casi idéntica a los 375 del año anterior, confirmando que el acceso a estas armas sigue siendo un factor clave en la violencia letal del país.
Violencia ligada al crimen organizado
El móvil más frecuente sigue siendo el ajuste de cuentas o venganza, con 304 casos reportados en 2025, seguido de la categoría “por determinar” (252 casos), lo que evidencia la complejidad en la investigación de estos crímenes. El móvil por reajuste de actividad criminal se duplicó, pasando de 6 a 12 casos, lo que refuerza la tesis de la creciente reorganización del crimen organizado.
Jóvenes, las principales víctimas
La franja de edad más golpeada por esta ola de homicidios sigue siendo la de 18 a 24 años, con 170 víctimas en 2025, seguida por los grupos de 25 a 34 años (137 víctimas) y 12 a 17 años (112 víctimas). Esta concentración de violencia entre jóvenes evidencia una grave crisis social y estructural que demanda atención urgente.
Si la tendencia se mantiene, Costa Rica cerrará el 2025 como el tercer año más violento de su historia, solo por debajo de los picos de años anteriores. Las cifras revelan no solo una crisis de seguridad, sino también una falla estructural del Estado para contener la expansión del crimen organizado y la violencia armada. La urgencia de acciones contundentes ya no es opcional: es una necesidad impostergable.